Oparipuina: Esteban el inventor-arreglador
Bueno, realmente no era solo inventor, también era un arreglador. ¿Que qué es ser un arreglador? Pues muy fácil, es el que arregla todo lo que se rompe, se estropea, se gasta o se destruye. Y para ser un buen inventor-arreglador, Esteban se dio cuenta que necesitaba un sitio especial donde poder vivir y trabajar. Por lo que una de las primeras cosas que inventó fue una casa, por supuesto era la CASA DE ESTEBAN, especial, diferente y algo mágica.
Construyó una casa enorme de grande, porque para sus inventos y arreglos necesitaba mucho espacio. La casa tenía una habitación pequeñita para dormir, con cama y todo lo demás, y otra para la cocina, con una gran mesa para comer, grande, muy grande por si venían invitados. La verdad es que todos los días tenía unos cuantos ya que a los gatos del barrio les gustaba comer en la casa de Esteban; por lo que era muy raro que Esteban comiera solo. Esa parte de la casa era la destinada para vivir, luego estaba la parte de la casa para trabajar que tenía unas doce o trece habitaciones más, todas llenas de cosas.
Cada cosa en la casa de Esteban tenía su función. Todo servían para construir, reparar o inventar algo. Eso sí, en todas las habitaciones había grandes estanterías y armarios donde Esteban colocaba con mucho mimo y orden todas sus pertenencias. Su casa nunca, nunca había parecido una cacharrería ni nunca, nunca llegará a parecerlo, porque para ser inventor-arreglador es muy importante el orden, y eso Esteban lo tiene siempre muy presente.
La casa era muy original, tenía montones de chimeneas porque como hacía experimentos necesitaba tener muchos sitios por donde saliera el humo,- que a veces era verde, otras rosa, otras azul…-, y también tenían que salir los olores- la casa podía oler a chicle, a bigotes de gato quemados, a polvo recién limpio, a jabón, a desengrasante y sobre todo a chocolate-.
El chocolate era el gran amigo de la casa de Esteban. Siempre había chocolate en todos los armarios por si, mientras inventaba algo, le entraba el gusanillo de picar; así que había por lo menos diez tabletas de chocolate en cada habitación. Aunque lo mejor de toda la casa era la chocolatera, fue otro de sus primeros inventos.
La chocolatera era tan estupenda que casi parecía mágica. Se ponía en marcha con la voz de Esteban; cuando él decía “chocolate”, la máquina se encendía y preparaba un exquisito chocolate caliente que impregnaba toda la casa con su aroma. Además, tenía diferentes variedades de chocolate; Esteban la había programado para hacer chocolate según el idioma en el que se lo pidiera.
Por ejemplo, si decía “choklad” (sueco), la máquina le obsequiaba con un excelente chocolate con nata; si decía “sjokolade” (noruego), la máquina preparaba chocolate con avellanas; si cambiaba de idioma y decía “súkkulaði” (islandés), salía preparado con trocitos de galletas; si decía “xocolata” (catalán), el chocolate estaba aromatizado con menta y, si por ejemplo, pronunciaba “chocolate” (español), preparaba una mezcla de chocolate con nata, nueces y caramelo. Este último era el preferido de los gatos que comían en casa de Esteban a diario.
La chocolatera es de los pocos inventos que guarda de sus primeros años de inventor-arreglador, ya que hace, ya mucho tiempo, mientras probaba un invento volador por las montañas tubo un accidente y se quedó perdido días y días. Como Esteban no aparecía la casa se fue volviendo más y más triste, hasta llegar a caerse en pequeños trozos. Mientras, los inventos se fueron estropeando o se marcharon en busca de nuevos dueños.
Cuando Esteban consiguió regresar, lo único que quedaba totalmente intacto era la chocolatera. Así que, Esteban, mientras se tomaba una taza de “choklad” muy calentito decidió que, aunque le daba mucha pena haber perdido todos sus inventos y su casa, en el fondo no le importaba, porque junto a su chocolatera podría volver a empezar a inventar y a arreglar de nuevo muchas otras cosas. Así que, con mucho entusiasmo comenzó a construir otra casa, además de nuevos y fantásticos inventos y complicadas reparaciones.
El tiempo y el esfuerzo dedicado mereció la pena, pues ahora la casa era más grande y mucho más bonita. También los nuevos inventos eran más divertidos y curiosos que los anteriores. Entre sus últimos inventos estaban: una escoba que barre sola, y que cuando suena la música se mueve como una bailarina; un reloj que marca la hora que el reloj quiere, -por eso Esteban llega tarde a casi todas sus citas-; una cuchara que sirve la comida ella solita a todos los gatos que van a su mesa a comer, -que por cierto cada día son más-; y muchas otras cosas divertidas y útiles.
Pero lo que le tiene más entretenido a Esteban esta última temporada es la llegada a su casa de tres hadas. Tres preciosas hadas que revolotean a su alrededor repartiendo sonrisas, mimos, canciones, juegos y también compartiendo el chocolate calentito que tanto le gusta a él. Y, con tantas hadas y tanto trajín, anda necesitado de una casa nueva con más magia, y con más espacio para jugar, bailar y hacer cosquillas a las hadas en la tripita.
Así que seguro que su próximo invento será algo precioso y grandioso para así poder vivir los cuatro más contentos y felices, y comiendo chocolate, que no perdices.
(marzo 2013) Pily