El consumo diario de cerezas ayuda a reducir los niveles sanguíneos de ácido úrico, lo que puede evitar la gota. Consumir la pulpa o el zumo del pequeño fruto perteneciente a la familia de los melocotones puede resultar de gran beneficio para la salud de las personas, especialmente de las que están afectadas por la artritis. A través de tratamientos específicos puede resultar un importante antioxidante y puede ser utilizada para retrasar el envejecimiento Con una pulpa sabrosa, jugosa y refrescante, la cereza es uno de los frutos que tuvo su origen en Asia Menor y es la pariente menor de una familia (Prunus) de sabrosas frutas de hueso grande y pulpa carnosa, como el melocotón, el albaricoque y la ciruela.
Como muchas otras frutas que ofrece la sabia naturaleza para sus habitantes, la cereza también contiene importantes propiedades curativas, entre ellas el efecto analgésico es el más característico. Pero no a todas las personas le causa los mismos efectos o tienen la misma respuesta. Algunos aprecian un alivio en pocos días, en cambio otras no notan nada hasta que no han pasado tres o cuatro semanas consumiéndolas regularmente. Los pacientes que más pueden beneficiarse de las cerezas son los que sufren un exceso de ácido úrico que inflama y deforma las articulaciones. Este tipo de artritis, afecta principalmente a personas mayores y cuyos hígados, en determinadas circunstancias (exceso de carne en la alimentación, por ejemplo), generan demasiado ácido úrico y no son capaces de eliminarlo.
Que las cerezas ayudan a eliminar el ácido úrico es sabido desde hace siglos por los nutricionistas, o que le ha proporcionado un prestigio como alimento depurativo. El gran botánico sueco Linneo se curaba sus ataques de ácido úrico con cerezas. La dosis que resulta eficaz quedó registrada en un estudio de 1950: comer entre 15 y 25 cerezas diarias o beber su zumo reduce los niveles de ácido úrico en la sangre y previene eficazmente los ataques. Desde entonces se han publicado muchos estudios que ratifican la eficacia del tratamiento. La fibra y el potasio (210 mg por cada 100 g) de las cerezas favorecen la circulación intestinal y la eliminación de líquidos, lo que asegura el drenaje del sistema urinario y digestivo.
Por la misma razón previenen la formación de cálculos renales y biliares. La capacidad depurativa de las cerezas justifica que se utilicen para efectuar curas desintoxicantes. Estas pueden ser más o menos rigurosas: desde una minicura que consiste en desayunar únicamente cerezas (empieza con 100 gr. y día a día se aumenta la ración hasta 500 gr, en tres tomas a lo largo de la mañana), hasta una cura exclusiva, que consiste en comer sólo cerezas durante tres o cuatro días, a razón de dos o más kilos diarios. El rojo intenso de las cerezas les confiere un aspecto atractivo y además es responsable de algunos de sus muchos efectos saludables. Esa colorida intensidad se debe a las antocianinas, unos flavonoides de alto poder antioxidante, que en ellas se encuentra en más concentración que en ninguna otra fruta, con 25 mg por cada 100 g. Las antocianinas de las cerezas son capaces de inhibir las ciclooxigenasas -acción que define su poder antioxidante- con más eficacia que la vitamina E.
También el zumo de cerezas contiene poderosas virtudes antioxidantes y antienvejecimiento, porque tiene 10 veces más melatonina que la fruta entera. La melatonina es una hormona segregada por la glándula pineal durante la noche, que está implicada en la regulación del sueño y la temperatura corporal. También es un potente antioxidante y algunos expertos consideran que, tomada en forma de suplemento, es la sustancia más eficaz que existe para retrasar el envejecimiento. Consumir cerezas puede ser una manera de obtener una dosis extra de melatonina, sin riesgos, sobre todo en el zumo.
Variedad de usos
Como hemos visto, las cerezas previenen y alivian los síntomas de la artritis y los reumatismos en general, porque disminuyen los niveles de ácido úrico en la sangre, pero sus beneficios para la salud no acaban aquí. Esa fruta, además, resulta beneficiosa para muchas otras dolencias.
- Como aportan pocas calorías (59 por cada 100g), fibra saciante y agentes diuréticos, resultan recomendables para las personas que deseen adelgazar.
- Los enfermos de arteriosclerosis se benefician de sus acciones antioxidantes y depurativa.
- Las virtudes diuréticas y laxantes de las cerezas favorecen a las personas con estreñimiento o tendencia a retener líquidos.
- Su hierro (0,4 mg/100 g) las hace efectivas para las personas con anemia.
- Se recomienda también su consumo en caso de hipertensión y en los enfermos cardiacos y renales. Para los cólicos de riñón pueden prepararse tisanas con los rabos de cereza que se toman antes de cada comida.
Ensalada de cerezas con espinacas frescas
- 12 hojas grandes de espinacas tiernas
- 400 grs. de cerezas
- 350 grs. de requesón
- 2 manzanas rojas
- 200 grs. de maíz dulce cocido
- 50 grs. de brotes de alfalfa
- 2 cucharadas de cebollino picado
- Aceite de sésamo.
Se lavan las hojas de espinacas y se cortan a tiras gruesas. A las manzanas, se les extrae el corazón y sin pelarlas, se cuartean a trozos medianos. Con la ayuda de un deshuesador se extraen los huesos a las cerezas procurando que éstas queden enteras. Se mezclan todos estos ingredientes junto con la alfalfa y el maíz.
Se ponen en una ensaladera amplia. Se condimenta con un chorrito de aceite de sésamo. Por último, se desmenuza el requesón con los dedos, se añade sobre la ensalada y se espolvorea con el cebollino picado.
En la cocina es útil y decorativa
Por su jugosidad y llamativo color, las cerezas son excelentes para todo tipo de preparados, porque aportan frescura y alegría a cualquier plato en el que estén presentes y son, además, un recurso decorativo y útil en la cocina.
Las variedades más dulces son ideales para tomarlas al natural, como fruta de sobremesa, pues pierden gran parte de su sabor si son cocidas. Esta variedad también es muy apropiada para ensaladas estivales o para la preparación de coloridas macedonias.
Con las más neutras, se pueden elaborar tartas, mausses y sorbetes de sabores suaves y refrescantes. Las más ácidas, como las guindas, resultan adecuadas para cocinar, preparar salsas y para la elaboración de conservas y mermeladas. Esta fruta combina muy bien con especias dulces, como la canela, la vainilla o el clavo de olor, y también con los cítricos en general. Combinada con chocolate es una delicia, como queda demostrado en el clásico pastel alemán selva negra.
En la cocina vegetariana se pueden preparar también exquisitas recetas, con un singular toque agridulce, simplemente guisando con cebolla, cerezas, pasas y buen vinagre.
Fuente: alimentacion-sana.com.ar