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Jugar la agresividad

A partir del año y medio, dos años, el niñ@ quiere expresarse y comunicarse con los demás y todavía no tiene las suficientes estrategias como para poder hacerlo de la manera adecuada, por lo que aunque sepa decir algunas palabras o hable, el niñ@ se encuentra con situaciones nuevas que hacen surgir emociones y sentimientos en él/ella que todavía no sabe controlar, por lo que surge el “pegar” a otros niñ@s e incluso al adulto como desfogue de eso que no entiende.

La frustración, la rabia y el enfado son muy normales cuando los niñ@s juegan, por eso el adulto tiene que intentar guiar esos sentimientos para que ell@s mism@s vayan aprendiendo a canalizarlos. Para ello, lo más importante y necesario es que si un niñ@ pega, o mejor dicho, se siente intimidado por algo e intimida a los demás, que sienta que el adulto no le rechaza, sino que lo acepta y busca estrategias para ayudarle a soltar esa agresividad de otras maneras. El adulto tiene que ser la herramienta para que el niñ@ solucione sus problemas.

Por ello, es necesario favorecer e incluso provocar la agresividad en los niñ@s desde juegos de agresión con materiales como balones, aros, cuerdas…o con el propio cuerpo juegos de desequilibrio, de conquista y defensa, luchas… Y si la agresividad es demasiado fuerte la desviaremos hacia el objeto desde el “fuerte” y “rápido”, gestos de agresión, gritos…

A través del dominio de la agresividad empieza la adaptación al otro, por lo que siendo libre y aceptado, el niñ@ buscará el acuerdo ante los problemas que le surgen con otr@s niñ@s o adultos llegando poco a poco a una socialización con comprensión, aceptación y
respeto.

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