El juego es para el niñ@ una actividad espontánea que le permite situarse en otras situaciones, roles, personajes, con una libertad que la vida real no le permite. Está lleno de fantasía e imaginación y no tiene objetivos, pero en la mente del niñ@ es algo muy valioso ya que es una fuente de aprendizaje. Y es que los niñ@s aprenden y descubren el espacio, los objetos, a los otr@s y a ell@s mism@s mediante la exploración y el juego ya que se convierten en protagonistas de su propio aprendizaje.
Al ir creciendo y llegar a la edad adulta se nos va limitando y guiando cada vez más y el juego se convierte en reglado, serio, casi sin fantasía ni libertad… “cosa de niñ@s”. Es por ello que veo tan necesario cambiar esta visión del juego y volver a darle la importancia que tiene, pudiendo así volver a disfrutar de él y abrir la mente para entender mejor a los niñ@s, a nuestros iguales y a nosotr@s mism@s.
Desde la vida intrauterina el bebé explora y juega para ir madurando y creciendo y ya con 14 semanas comienzan los movimientos voluntarios y con ellos la exploración. Con el desarrollo de los sentidos a partir del tercer mes el bebé sentirá todas las vibraciones mediante el oído, por lo que experimentará todo lo que escuche la madre; explorará con el gusto y el olfato el líquido amniótico, que son parecidos a los de la leche materna y es por eso que al nacer sabe dónde tiene que ir a alimentarse. También experimentará el tacto con las paredes uterinas, el cordón umbilical y el líquido amniótico ya que le tocan en todo momento.
Todo ello lo podrá revivir a lo largo de la vida, pero sobre todo antes de los 6 años que es cuando todavía puede tener recuerdos y nos lo puede contar. Estos recuerdos surgirán a través del juego y la exploración con diferentes materiales como cuerdas (cordón umbilical), telas (sentirse protegido como en la tripa), gestos con la boca (beber el líquido amniótico).
Después, cuando el bebé nace y durante todo su proceso de crecimiento y maduración es importante tener claro que cada niñ@ tiene su propio ritmo y que cada etapa, cada momento, está ahí por alguna razón natural y es necesario respetarlo y favorecerlo desde los movimientos y juego libres y espontáneos.
Desgraciadamente, en la sociedad de hoy en día, nos meten mucha prisa por crecer y por conseguir todo bien y ahora. Es por ello, que tenemos que intentar ir más despacio, ser más pacientes con los niñ@s y disfrutar con ell@s para poder hacerlo con nosotr@s mismos también.
Para conseguir favorecer el juego libre hay que tener cuidado también con no confundirlo con el juego dirigido. Y es que, estamos tan acostumbrados a seguir normas y a esperar a que nos digan lo que tenemos que hacer que se nos olvida la esencia del juego: creatividad, exploración y fantasía. Es por ello que la función del adulto es la de acompañar al bebé, al niñ@, en su aventura de juego, dejar que sea él/ella quien descubra, sin dirigirle.
Observar, estar siempre atento a sus señales para poder conocer sus necesidades y deseos en cada momento y transmitirle mensajes como: Yo confío en tus capacidades y te respeto; me gusta observarte; te acompaño en tu crecimiento… Así, ofreciéndole un ambiente adecuado y seguro el bebé crecerá aprendiendo de sus errores, con autonomía y buena autoestima, explorando primero desde la boca, pasando por las manos, los pies y el resto del cuerpo progresivamente, coordinando cada vez más sus movimientos. Poco a poco, cuando esté preparado para ello, irá plasmando lo que vive en el papel, primero desde el dibujo hasta llegar a la escritura. Pero para que sea un aprendizaje significativo para el niñ@ tiene que ser el él/ella quien decida dar el paso de dibujar, sin forzarle, al igual que con cada etapa y paso que da durante su proceso de crecimiento y maduración.
Durante la primera infancia, de los 0 a 6 años, se desarrollan el juego sensoriomotor y simbólico, aunque se siguen trabajando durante toda la vida:
SENSORIOMOTOR: Placer de movimiento en sí mismo, con o sin objetos.
• Descarga y liberación de energía y tensiones normalmente creadas por los adultos.
• Representación de lo que siente y vive.
• Conocimiento y control del cuerpo.
• Conocimiento y exploración de sus límites, emociones, sensaciones y capacidades.
• Conocimiento del cuerpo y de las capacidades de los demás.
• Exploración de los objetos y sus capacidades.
Dentro del juego sensoriomotor se encuentran varios tipos de juegos, entre ellos: juegos sonoros (hacer sonidos vocales, corporales, con objetos…como descarga y poco a poco explorar los ritmos, el control…); juego de destruir (descarga, quitar miedos… siempre que no se le culpabilice al niñ@ por destruir); juego de perseguirse (cuando es perseguido trabaja la superación de miedos y cuando persigue favorece la confianza en sí mism@).
Sobre el año y poco y los dos años, cuando el sensoriomotor está desarrollado, el juego va pasando a simbólico pero sin desaparecer el sensoriomotor.
SIMBÓLICO: El/la niñ@ deforma la realidad para vivir lo que quiere vivir y explorarlo. Siempre con sentimientos y emociones por medio.
• Trabaja el pensamiento abstracto.
• Sirve para representar.
• Para vivir la vida del adulto.
• Para expresar su desarrollo.
Entre los juegos simbólicos encontramos: la casita (la construyen para establecer relaciones con los otr@s y conseguir seguridad. Trabajan los límites en el espacio y aprenden que lo que se construye se puede tirar y volver a construir. La cama es la primera simbolización de la envoltura, les transmite seguridad.); jugar a hacer como si… (Entran en el rol de otra persona o personaje para explorar como se sienten, hacer cosas que no pueden hacer en la vida real.); mamás y papás (Representan lo que viven en casa, es interesante que los padres entren en el juego para observar qué siente el niñ@ en casa.); envolverse (Deseo de ser protegido. Aparece durante toda la vida.); y esconderse (Para sentirse buscados, reconocidos, queridos…).
Tanto desde el sensoriomotor como desde el simbólico se trabaja también la agresividad ya que aprenden a conocer herramientas para canalizarla y llegar a un acuerdo con los otr@s, desarrollando su autonomía y una base adecuada para la comunicación asertiva.
Desde los 6 a los 9 años el juego sensoriomotor vuelve a tomar importancia, el niñ@ tiene muchos cambios corporales y necesita tomar conciencia de su cuerpo, comprobar su fuerza, sus limitaciones, su control… Por lo que se desarrollarán juegos de lucha, perseguirse, juegos de reglas… Aparece el también el juego cognitivo en el que no hay implicación emocional, son juegos de construcción, de pensar…
En la adolescencia (9 a 21 años) hay muchos cambios físicos, mentales, emocionales y cognitivos. Se da una lucha constante por llegar a la maduración que suele expresarse mediante la rabia y la rebeldía, por ello, es imprescindible el acompañamiento por parte del adulto, la comprensión, el respeto, favoreciendo esos momentos de juego de descarga de tensiones desde los juegos de fuerza cuerpo con cuerpo o mediante objetos, terminando con un tiempo de relajación, masaje… para que se sientan comprendidos y queridos.
Al pasar a la edad adulta (22 a 60 años) nos convertimos en buscadores de calidad de vida con fuertes exigencias por lo que pasamos muchos duelos (amigos, pareja, trabajo…). Y al llegar a mayores cada vez nos enfrentamos a duelos más duros (enfermedades, jubilación, muerte…). Por lo que, el simple hecho de tener un tiempo de juego libre en el que disfrutar plenamente con hij@s, niet@s, sobrin@s… nos ayudará a desfogar, desconectar, descubrir capacidades que creíamos perdidas, superar duelos de manera constructiva, y a vivir el día a día de manera diferente.
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