En la lactancia materna siempre debemos descongelar la leche más antigua que tengamos en el congelador.
La manera óptima de descongelar la leche es sacarla al frigorífico la noche anterior y dejarla descongelar lentamente. Esta leche deberá consumirse en las 24 horas siguientes.
Si necesitamos una descongelación rápida podemos descongelar la leche poniéndola bajo el grifo o en un cazo con agua caliente.
Nunca debemos hervir la leche ni calentar en el microondas ya que las altas temperaturas que se alcanzan provocan la desnaturalización de ciertas vitaminas y proteínas.
Una vez descongelada debemos agitar suavemente el recipiente para mezclar la leche que puede haber sedimentado en capas durante su almacenamiento y para homogeneizar la temperatura antes de probarla.
Podemos mezclar para una misma toma leche de distintas extracciones.
La leche descongelada puede conservarse refrigerada durante 24 horas siempre que no haya sido calentada o haya entrado en contacto con la saliva del bebé. En estos casos la que no se consuma deberá desecharse.
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