Hay algo que hablo mucho en la comunidad educativa y que nos divide en unos y otros. No es que seamos unos los buenos y otros los malos, no.
Un día surgió en la charla en un cursillo que fui. Una profesora comentaba que con eso que los alumnos buenos tienen que ayudar a los que más les cuesta, los buenos nunca alcanzaban “la excelencia” o en otras palabras, nunca conseguían perfeccionar su conocimiento y que eso le removía mucho. Los alumnos con un conocimiento mayor se tenían que fastidiar, según sus palabras, para que el vago e incompetente hiciera bien lo mínimo.
Otro día surgió cuando tenía una charla con unos padres. Les comenté que agrupaba a los alumnos en “txokos”, es decir, en grupos de 4 a 6 personas. Les comenté que su hija estaba junto a otros niños/as en grupitos. Me sugirieron –con respeto- que mejor fueran en individual, pues iba a distraerse con la que tenía alado y que así no atendían a la profesora. Les comente los grupos cooperativos, pequeñas sociedades entre unos a otros se van ayudando mutuamente y que entre ellos se gestionaban su tiempo y conocimiento sin tener que atender siempre las eternas explicaciones de la profesora…
No sé si esto les convenció o no, pero la verdad es que a mí me hace que pensar.
Queremos que nuestros alumn@s, o nuestras hij@s, sean los mejores en matemáticas, lengua o conocimiento del medio. Pero tampoco no hay que olvidar, que vivimos en una sociedad y que tenemos que relacionarnos con todo tipo de gente, que las habilidades sociales también tiene gran importancia en la educación del niñ@, y que, aprendiendo mutuamente, se consiguen otros tipos de inteligencias.
Maiteder Santos Agirre [:]