Lo que deberías saber sobre los cuadernos de caligrafia
Garabatos y Dibujos 2014
Los que seguís nuestro blog sabréis que desde Garabatos y Dibujos también ponemos especial atención a la manera en como los niños son enseñados a escribir, ya que la escritura es sin duda una forma elaborada de dibujar un código escrito concreto. Por tanto, la escritura también es dibujo, pero con normas específicas.
En un artículo anterior, comentamos cuál consideramos que es la edad más adecuada para iniciar el aprendizaje de la escritura, situando su introducción a partir de los 5 años y en determinadas condiciones.
Ahora vamos a dedicar un espacio a comentar cómo se está enseñando a escribir a los niños para que, con la aportación de los conocimientos que tenemos los grafólogos, seamos más conscientes de las implicaciones que tienen estas cuartillas en el aprendizaje de la escritura y consigamos entre todos un proceso más respetuoso y armónico en lo que a la escritura se refiere.
Las zonas gráficas
Antes de entrar a comentar las implicaciones que las distintas cuartillas tienen en el aprendizaje de la escritura en niños, es necesario conocer las dimensiones que se toman como norma en grafología para considerar una letra equilibrada en todas las zonas gráficas.
Distinguimos tres zonas en toda escritura:
Zona central: en la que se desarrolla el Yo y los afectos de la persona, y se establece una dimensión de unos 2,5 mm como norma.
Zona alta: se refiere a las crestas de las letras como la l, d, h y f, que deben tener una longitud de entre 7 y 9 milímetros. Esta zona representa el mundo de las ideas, el intelecto y la voluntad consciente.
Zona baja: en este caso nos referimos a los pies de letras como la j, la g o la y, que también deben tener una longitud de entre 7 y 9 milímetros. Se corresponde con el mundo instintivo, las necesidades básicas, la perseverancia y la fuerza vital.
Estas son las dimensiones normativas para cualquier letra adulta. No obstante, teniendo en cuenta que los niños están en proceso de aprendizaje de los movimientos de la escritura, en las primeras etapas su tendencia es la de ejecutar letras de un tamaño mayor al que hemos indicado. Veamos el tipo de soportes donde los niños ejecutan sus primeras grafías.
Los tipos de hojas y pautas caligráficas
A la hora de guiar el gesto gráfico en el aprendizaje de la escritura, se suelen utilizar pautas o papel pautado sin tener en cuenta el correcto desarrollo de las distintas zonas gráficas de la escritura ni el hecho de que se está justamente en proceso de aprendizaje y se requiera espacio suficiente para los movimientos.
Para una escritura aún en desarrollo, lo más adecuado es dejar que el movimiento fluya por las diferentes zonas gráficas, para que poco a poco el niño tome el modelo caligráfico y lo adapte a su personalidad y carácter.
El papel cuadriculado
Este tipo de papel, en primer lugar, tiene el inconveniente que no distingue los espacios y causa confusión en cuanto a la ubicación de los renglones. ¿Lo pongo justo debajo? ¿Dejo un cuadro, dos,…? La decisión de que espacio dejar es bastante aleatoria y depende del docente en muchos casos. Por otra parte, no tiene en cuenta la necesidad de trazar las crestas y pies de las letras con el suficiente espacio para desarrollarse con libertad. Además se tiende a encasillar cada letra en un cuadro, lo que no facilita en absoluto la expansión y fluidez de la letra.
La hoja milimetrada
Si la cuadrícula nos parecía un soporte rígido y artificioso, qué decir de las hojas milimetradas. El tamaño de cada cuadro es aún menor que el de la cuadrícula, por lo que crea aún más tensión y agobio en el niño que debe ejecutar su escrito. Se obliga al niño a efectuar su letra en unas dimensiones realmente pequeñas, generando letras forzadas, diminutas y en muchos casos “amputadas”, lo que acaba creando en el niño introversión, inseguridad y crispación.
La pauta de cuatro líneas equidistantes
Este tipo de pauta tampoco tiene en cuenta las tres zonas de la escritura, confiriendo el mismo tamaño a la zona central y a las zonas alta y baja de las letras, de forma que el resultado es una letra rebajada, lo que genera a nivel psicológico debilidad de carácter, pasividad, falta de ímpetu y desinterés por las cuestiones intelectuales.
La pauta de dos líneas
En este caso la pauta dirige su atención sólo a la zona central de la escritura, y se exige al niño la ejecución de la letra con un tamaño menor al que necesita en su proceso como aprendiz, a la vez que se desatiende la dimensión de las zonas alta y baja. Ante la falta de guía el niño tiende a quedarse cerca de las líneas de la zona central, lo que resulta de nuevo en una letra rebajada, o bien desarrolla con desproporción una u otra zona, perdiendo así el equilibrio deseado.
¿Qué pauta utilizar?
Nosotros proponemos la pauta grafológica, es decir, aquella que por sus dimensiones permite un movimiento fluido en las diferentes zonas, teniendo en cuenta que la zona alta y baja deberán ser del doble de espacio que la zona central. De esta forma, el niño transita por las diferentes zonas, consiguiendo de este modo un mayor equilibrio entre su intelecto, su voluntad y sus afectos.
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