El efecto bumerán de nuestras emociones y conductas – www.mamapsicologainfantil.com
Ayer vivía con interés lo que yo llamo el efecto bumerán de nuestras emociones y conductas. Explicaré con detalle qué quiero decir y a dónde quiero ir a parar al escribir este artículo. A a la vez que me sirve de reflexión personal este post puede ayudar a tantos otros padres y madres o cuidadores habituales que quieran entender el por qué de algunas conductas de sus hijos.
El efecto bumerán de nuestras emociones y conductas, del que hablo en este artículo, trata de los efectos que tienen nuestras emociones o, mejor dicho, de cómo expresamos nuestras emociones sobre los pensamientos, conductas y emociones de nuestros hijos, especialmente.
Al igual que un bumerán nuestras emociones (alegría, tristeza, ira, … sea cual sea el tipo de emoción que estemos sintiendo) y nuestras conductas, el modo que tenemos de comportarnos con nuestro entorno, serán proyectadas directamente hacia el cerebro de nuestros pequeños quienes nos devolverán, probablemente, lo mismo que les enviamos.
Si proyectamos alegría los veremos felices, alegres, llenos de vitalidad, oiremos sus risotadas y les veremos brillar alrededor nuestro. En cambio, si lo que exhibimos es continua desesperación, frustración, rabia, enojo recibiremos con toda seguridad mucho de lo que hemos ido sembrando: niños malhumorados que se enfadan por todo, que lo contestan todo y que no disfrutan con nada. En ocasiones se trata de un efecto transitorio producto de una fase evolutiva, pero en otros se trata de un aprendizaje emocional y conductual.
Hay que ser consciente de lo que proyectamos y darnos cuenta de los efectos que tiene sobre nuestros hijos, pequeños en formación constante, niños que absorben información continuamente, información sobre cómo comportarse, de cómo reaccionar ante determinadas situaciones, qué hacer ante los problemas, cómo afrontar las dificultades … Lo absorben todo y los mejores patrones o modelos a seguir somos, indudablemente, los padres. Como padres debemos tener bien presente que nuestras emociones y el modo de expresarlas tiene este efecto bumerán que puede acabar lastimándonos a todos si no sabemos manejarlas y vamos con sumo cuidado.
Probablemente en más de una ocasión nos habremos preguntado lo siguiente:
- ¿Por qué mi hijo está constantemente de malhumor? Pregúntate mami, papi ¿ lo estás tú cuando estás con él? ¿de qué humor estás? ¿Qué le enseñas?
- ¿Por qué no para quieto ni un segundo? Mami, papi ¿no paras tu en su presencia?
- ¿Por qué levanta tanto la voz? ¿Gritas cuando les hablas?
- Por qué …? … Y tu ¿cómo te sientes y te muestras cuando estás con tus hijos?
Si cuando estamos con nuestros pequeños nos mostramos airados, irritados, enfadados, como si ellos nos molestaran no obtendremos otra cosa que conductas disruptivas, de llamadas de atención para que les prestemos un poco de ese tiempo que parece que nunca tenemos.
Cuando nos mostramos enfadados, cuando ese es nuestro estado de ánimo habitual con ellos debemos ser conscientes que esto produce en un malestar emocional en nuestros pequeños con consecuencias conductuales importantes. Me refiero a que probablemente van a mostrarse inquietos, enfadados, revoltosos, desobedientes (total mami ya está enfadada … pues me porto mal).
La autoevaluación es imprescindible, mirar qué es lo que lanzamos o proyectamos al exterior nos permitirá conocer qué debemos cambiar en nosotros si queremos cambios en nuestros pequeños. Un pequeño cambio en nuestro modo de actuar con ellos obrará maravillas Solo pon un poco de tu parte, aunque entiendo tu cansancio, tu estrés o tu frustración pero … piénsalo probablemente, seguramente ellos no son los culpables de tus emociones negativas, no les alimentes pues con ellas.
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